MARINA ROSSELL, CANTAUTORA
«Fuera de Cataluña nos quieren»
foto: JOSÉ MARÍA ALGUERSUARI
Nací en invierno en Gornal, un pueblecito rural de Tarragona entre la montaña y el mar. Hace 25 años que canto. Estoy soltera y enamorada. Soy de izquierdas, me sitúo junto a la gente sencilla y sabia. Creo en el Dios que me hace compañía. Actúo hoy en la plaza del Rei de Barcelona. En septiembre sacaré mi disco: «Cap al cel».
IMA SANCHÍS
De dónde viene usted?
-De un lugar en el que la palabra libertad es algo tangible.
-¡Qué suerte!
-Así eran el campo y aquella casa de cinco hermanos, la escuela mixta y mi padre, que cuando nacía un niño llevaba como presente un melocotón a mi madre.
-¿Traían suerte?
-Sí, porque los cultivaba él. Mis padres eran libres. A él de joven le tocó la lotería y dio la vuelta al mundo. Ella escogió casarse con cierta edad.
-¿Orgullosa?
-Al principio, en los ambientes universitarios y progresistas de Barcelona, me avergonzaba ser hija de payeses. Pero cuando crecí vi que me habían enseñado lo fundamental.
-¿Por ejemplo?
-El nombre de los pájaros y de las flores, de los vientos… Pero todo esto lo sé ahora, después de haber vivido.
-Y usted, ¿ha sido libre?
-He hecho en cada momento lo que he sentido, sin atender a lo que me convenía o no me convenía. Siempre he elegido el camino de la emoción. El humor lo aprendí después .
-¿Qué pasó antes?
-Llegué sola a Barcelona con 16 años. Trabajé en cosas muy diferentes hasta que pude ser enfermera. Recuerdo el temor.
-¿A perderse?
-Sí, a elegir cosas que no fueran buenas para mí. Podía haber sido cantante, prostituta o drogadicta. Ahora no lo haría, no me iría sola a una ciudad con 16 años… Me parecen tan frágiles, a esa edad. Hoy sé que todo lo que me ha pasado ha sido mi ágora.
-¿Canta desde siempre?
-Sí, de niña me fabriqué una guitarra con una caja de zapatos y gomas elásticas. En Barcelona, poco a poco, fui haciendo de telonera de cantantes conocidos como Ovidi Montllor o Lluís Llach.
-¿Qué recuerda de su etapa de enfermera?
-Una vivencia brutal: trabajaba en una clínica muy burguesa, y tuve que comunicar a un señor mayor que había tenido un niño deficiente. Lo miró con desprecio. Era invierno. El bebé acabó en una habitación con todas las ventanas abiertas hasta que murió.
-Hábleme de lo bueno.
-Aprendí la supervivencia. Luego en la época de la transición compartía piso con gente algo mayor que yo: progresistas, clandestinos. El compromiso musical y político cristalizó en mí. Conocí a los protagonistas del mundo cultural y me pulí. Había ideales claros, solidaridad y compromiso.
-¿Y qué ha quedado de todo eso?
-Algunas cosas muy buenas y la pena de lo que pudo ser y no fue.
-¿El qué?
-Existían todos los requisitos para que el socialismo fuera una canción perfecta, de esas que se quedan en el corazón. El socialismo podía haber sido una gran canción de Piaf o de Leonard Cohen, pero la mezcla no estaba bien hecha, la voz no estaba afinada, los arreglos no eran los adecuados. El socialismo ha sido una canción mediocre.
-¿Cuál es el primer revés ?
-Descubrir que hay un pensamiento político interesado basado en lo personal, eso me sorprendió, y lo vi en colegas y amigos, pero luego me psicoanalicé durante seis años.
-¿Y?
-Comprendí. Y aprendí la paciencia, a tener cierta paz, más sentido del humor, a escuchar a los músicos, a pensar. Tengo menos prejuicios, me he liberado de ciertos defectos progresistas elitistas.
-¿De qué se arrepiente?
-De no haber hecho antes el disco en castellano. Cataluña me ha dado muchísimo, pero a veces Cataluña no te deja ser. Tenía que haber podido cantar el «Yo te diré» que me cantaba mi madre; ser libre antes.
-¿Qué se lo impidió?
-Tenía mucho «pressing», pero me he reconciliado, he editado dos discos en castellano y ahora he sacado del armario todas las canciones que me han configurado en mi infancia: «El virolai», «La santa espina»…, clásicos de hace 100 años que se llenaron de sentido político en lugar de poético.
-Hay que viajar.
-Sí, yo he escuchado los cantos ortodoxos armenios, Las Voces Búlgaras, a Noa cantando el Ave María de su pueblo, Israel, con Pat Metheny… y me he preguntado por qué tenemos cierta reticencia a esas canciones nuestras, que son esencia.
-¿Cuánta gente le dio la espalda por cantar en castellano?
-De un modo sutil, un colega, y algún político… Lo entiendo. Pero, paradoja, cantar en castellano (siempre hago medio repertorio en catalán) me ha permitido llevar el catalán a todo el mundo, y tengo que decirlo.
-¿El qué?
-No he hallado ninguna reticencia al catalán en España, fuera de aquí nos quieren.
-Escoja una canción que la defina.
-Una canción de una mexicana que dice: «Se vive solamente una vez y hay que aprender a querer y a vivir. Hay que saber que esta vida se aleja y nos deja llorando quimeras. No quiero arrepentirme después de lo que pudo haber sido y no fue».
-Canción de mujer.
-Sí, la gente no sabe que la mayoría de canciones referenciales están escritas por mujeres: «Bés ame mucho»,»Dos gardenias», «Muñequita linda»…
-¿Qué ha sido lo importante?
-Limpiarme del rencor y los malentendidos. Reconstruir las cosas que pueden haberse derrumbado dentro de mí.
-Esto de madurar es estupendo.
-Sí, aprendes a llevar bien el compás.